Se dice que
la teoría moral propugna y justifica todos los modelos de conducta humana y que la ética fiscaliza esa tarea. La moral, como conjunto de reglas históricas tiene por tanto,
un aspecto coyuntural. Pero la ética no debe perder la referencia objetiva:
antes de actuar, los hombres imaginan lo que van hacer con fines que han
analizado previamente.
De hecho,
los que valoran conductas ajenas lo hacen a partir de comparar sus conceptos
con los que supone debe poseer quien ejercita una conducta moral. Por tanto, al hablar de esa conducta visible,
se aborda el modelo ético que se supone existente en la conciencia ajena.
De ello
concluimos que el objeto real de la ética es el modelo ideal de moral de los
individuos, sus estructuras, sus mecanismos de funcionamiento y la propia
validez de la reflexión ética, que incluye los fundamentos de la creación de un
paradigma ético y los del aparato metodológico para la
asimilación y enjuiciamiento del paradigma.
El decursar
histórico nos revela que el modelo moral es diferente para los distintos
pueblos y épocas. En las condiciones contemporáneas se han estabilizado
sentimientos de nacionalidad, formas de organización familiar, económica, política
y comunitaria, junto a tradiciones culturales.
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